Día de la Unicidad

13.09.2010 20:19

Por Yanki Tauber en es.chabad.org

Somos un "ser" animal que tiene hambre y codicia y muestra sus colmillos cuando lo desafían; un "ser" emocional que ama y teme, se regocija y agoniza; un "ser" intelectual que percibe, analiza y contempla los otros "ser" con engreimiento; un "ser" espiritual que se esfuerza y anhela, se entrega y es devoto. Existe el "ser" que usted era a los 8 años y el que será a los 80. El "ser" que era el martes pasado, cuando me desperté de mal humor, grite a mis hijos, me enojé con mi jefe, maltraté a mis compañeros de trabajo y le colgué el teléfono a mi suegra; y el "ser" que voy a ser mañana, cuando estaré cariñoso con mi familia, respetuoso pero firme con mi jefe, y cordial, justo y considerado con todos los demás.

¿Cómo podemos imaginarnos que en ese conglomerado de células, órganos y miembros que llamamos nuestro "cuerpo", y que se extiende a lo largo y ancho de ese territorio que llamamos "tiempo", reside allí un único y singular "yo"?

Pero de algún modo nos convencemos de esto. No podemos identificarlo o describirlo, ni nuestras vidas diarias lo reflejan. Pero sabemos que está allí. Lo que significa que "existe", sino ¿de dónde vendría este conocimiento?

Un solo "yo" significa que nuestro ser animal, emocional, intelectual y espiritual tienen una fuente común y una meta común. Significa que todos los momentos de nuestras vidas están interrelacionados: lo que somos hoy y lo que haremos mañana es la suma y el resultado de lo que fuimos e hicimos ayer y el día anterior. Un solo "yo" significa que el pasado es redimible. Un solo "yo" significa que podemos lograr armonía en nuestras vidas.

La Torá se refiere al día de Iom Kipur como ajat bashaná, "una vez al año". Pero también ajat bashaná se traduce como "el uno del año". Iom Kipur, explican los maestros jasídicos, es el día en que nuestra unidad intrínseca emerge a la superficie.

Durante 364 días al año, los fragmentos de nuestra vida y personalidad yacen dispersos a lo largo de las cámaras de nuestra alma y se esparcen por las extensiones del espacio y el tiempo. En Iom Kipur, nos desafiamos a unirlos a su fuente y apuntalarlos hacia su meta.